Èpica popular universal

John Flaxman



NÚRIA PERPINYÀ
Las criptas de la crítica. Veinte interpretaciones de la Odisea. Gredos, 2008. P. 80.


La recitación que se celebra en la Odisea en el palacio de Alcínoo posterior al banquete es un ejemplo de ritual lírico-mitológico. Esta tradición vespertina de narraciones de cuentos y fábulas después de la cena era usual en Grecia y ha pervivido en la cultura popular occidental hasta el siglo XIX (donde comparte protagonismo con los libros de devoción y con las novelas de folletín que consume el pueblo recién alfabetizado) y el siglo XX, destruida por los medios audiovisuales. Las historias vespertinas alrededor del fuego o a la luz de la luna nacen en un ambiente rural guiadas por la persona mayor del grupo, mientras que en un ambiente cortesano las narra un juglar (que en la Odisea es Demódoco) o, excepcionalmente, un visitante de paso (como el propio Ulises).

Asimismo, dado que los personajes del epos popular acostumbran a ser históricos (el Cid, Roldán), tenemos que suponer que detrás de Ulises se esconde la leyenda de un valeroso guerrero de Troya que el pueblo griego fue mitificando atribuyéndole grandes proezas.

Además de este proceso de mitificación, la épica popular tiene otras características: la transmisión oral y la dicción formular. Los ejemplos de versos y estribillos que se repiten dos, cuatro, diez o más veces ayudan a los fallos de memoria del recitador y prueban la naturaleza oral de las obras.

[...] La Odisea es una versión enriquecida del viejo cuento folclórico del trotamundos que al final decide volver a su casa y se encuentra que tiene que reconquistarla y luchar contra los que quieren arrebatarle lo que era suyo. Además, relatos tan ingeniosos como el del gigante de ojo único y el del personaje de Nadie (outis) se encuentran por doquier en los cuentos populares (por ejemplo en Simbad, el marinero) y es lógico que un aventurero como Ulises los conociera. La inclusión en la Odisea de cuentos de hadas, con sus monstruos y sus ogros, aumenta la heroicidad del protagonista y envuelve el relato en un halo mágico. En la gruta de los cíclopes, entre los fantasmas de los ancestros, o con la bruja Circe, Ulises se muestra como un héroe legendario propio de los cuentos maravillosos infantiles y populares. Dentro de un marco realista, Ulises no habría podido sobrevivir en el mar tantos años. Pero su marco no es realista, sino fantástico, con lo que cuenta con una hada protectora (Atenea) que le ayudara a vencer un brujo malvado (Neptuno). La Odisea es un prodigioso crisol de todo tipo de cuentos antiguos. Los hay hebreos y fenicios. Los hay mesopotámicos, como el de la tentación de las vacas del sol y el del viaje al mundo infernal y a otros lugares fantásticos que también encontramos en la recopilación de baladas babilónicas del Gilgamesh (circa 2000 a.C.). Hay cuentos hindúes orales que, más tarde, quedaron recogidos en el Panchatantra (circa III a.C.); tenemos recuerdos de historias persas que siglos después quedarían traducidas y recopiladas por los árabes en los Cuentos de las mil y una noches (circa IX) como el episodio de Nausica. Los hay vetustos e indoeuropeos, como el de las sirenas.

El erudito y folclorista americano Milman Parry afirma que los temas tradicionales pueden conservarse por vía oral más de seiscientos años y que la escritura destruye las virtudes de un poeta. El poeta que aprende a leer pierde su espontaneidad. Afortunadamente, las obras homéricas fueron creadas por numerosos poetas del pueblo antes de la invasión petrificadora de la escritura...

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