Del natural al sobrenatural

The Wine of Circe, Edward Burne-Jones, 1900

 

DANIEL MENDELSOHN
Una Odisea. Un padre, un hijo, una epopeya. Traducció de Ramón Buenaventura. Seix Barral, 2019. P. 218-219.


En el canto siguiente, el X, predomina el elemento sobrenatural. Odiseo navega primero hasta la isla flotante de Eolo, señor de los vientos, que le regala un cuero de buey lleno de vientos capaces de llevarlo hasta su casa; pero nada más partir rumbo a Ítaca, los hombres de Odiseo, convencidos de que el cuero contiene tesoros que su caudillo les oculta, lo abren mientras él duerme, y los vientos se escapan. Este incidente es uno más de los varios que van produciéndose —hasta culminar en la blasfemia contra las vacas del Sol— y nos sugiere la existencia de una considerable tensión entre Odiseo y su tripulación.

Luego, Odiseo y sus hombres arriban a otra extraña orilla, perteneciente a los lestrigones, una raza de gigantes. Así como en el curiosamente exuberante territorio de los feacios los árboles y las plantas siempre están en flor, la tierra de los lestrigones se distingue por una extraña distorsión del tiempo: allí no hay noche, el crepúsculo conduce directamente al alba, todos los días. Otro parecido, más siniestro, con los feacios señala este episodio. Una vez anclados los navíos, Odiseo envía por delante a tres exploradores, cuya recepción por parte de la familia real reproduce de modo grotesco la afortunada recepción que le hacen a Odiseo tanto Nausícaa como sus padres: de camino a la ciudad se encuentran con una princesa, y luego conocen al rey y la reina, pero esta es un monstruo, grande como la cima de un monte, y el rey está deseando probar la carne de los griegos. En la batalla subsiguiente, los lestrigones destruyen todos los navíos griegos menos uno, y matan a casi todos los hombres de Odiseo.

En el barco que queda, Odiseo, en compañía de los hombres restantes, consigue llegar a Ea, la isla de los árboles frondosos, morada de Circe. El relato de Circe está poblado de extraños animales: leones y lobos se mueven en torno a su palacio, bestias que ha domesticado con sus brebajes. Y en el exterior hay unas porquerizas donde están atrapados unos cerdos que antes fueron hombres —la gente de Odiseo, a quien Circe ha hecho víctimas de su terrorífica magia—. Odiseo los rescata al final, gracias a un antídoto que le proporciona Hermes, una hierba mágica llamada 'moly'. Enterada, entonces, de que Odiseo goza del favor de los dioses, Circe pone su palacio y su cama a disposición del héroe. Él y sus hombres permanecen con ella durante un año.

De manera que las primeras aventuras que Odiseo relata en los Apólogos trazan una progresión desde la pura y simple violencia a la brujería, de lo natural a lo sobrenatural. También tienen en común una desconcertante difuminación de las fronteras entre lo animal y lo humano, entre lo humano y lo divino; abusos de hospitalidad; y el persistente tema de la necedad autodestructiva de que da muestras su codiciosa tripulación, crónicamente incapaz de suprimir sus impulsos, su insaciable ansia de comida y bebida y botín...

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