Mythos i logos


Homer. Odissea. Traducció de Joan F. Mira. 4a ed. Proa, 2012. Cant XX, vv. 351-357, p. 373.
Pedro Gargantilla
Mythos y logo: la ciencia que esconden los textos homéricos
Abc Ciencia
31|5|2020

Si pretendemos unir creatividad y ciencia, mitología y arte, literatura y ficción, no podemos por menos que desempolvar los relatos homéricos. Demostrar la historicidad de la Guerra de Troya le costó al arqueólogo aficionado Heinrich Schliemann sangre, sudor, lágrimas… y gran parte de su fortuna.

En el siglo XX investigadores de diferentes disciplinas han vuelto a posar sus ojos en pasajes homéricos con la misma pasión con la que lo hizo el prusiano.

La «Odisea» es un relato de veinticuatro cantos escrito en hexámetros –seis pies a base de dáctilos y espondeos- en los cuales se narra el retorno del rey de Ítaca a su hogar. Un nostoi que se prolongó durante diez largos años, a través de los cuales tuvieron lugar las más fantásticas aventuras.

En uno de los fragmentos se puede leer: «el Sol ha sido borrado del cielo y una oscuridad maligna ha invadido el mundo». De esta guisa Homero simboliza el destino del centenar de pretendientes que aspiraba a casarse con Penélope, la esposa de Ulises. Aparentemente estamos ante una metáfora, pero y si fuera algo más… ¿Y si se tratara de un eclipse solar total?


Un eclipse total de sol

Un grupo de investigadores estadounidenses analizaron cuatro eventos astronómicos que ocurrieron de forma independiente unos de otros y que aparecen descritos en el relato de Homero.

Allí se cuenta que seis días antes del asesinato de los pretendientes, Ulises regresó con la Estrella de la Mañana –el planeta Venus-, que es visible al amanecer. Además, preparó veintinueve días y medio antes el viaje hacia la isla, cuando las constelaciones de Bootes y las Pléyades podían ser divisadas en el cielo del crepúsculo.

También describe que el día antes del asesinato de los pretendientes hubo luna nueva, un prerrequisito para que se produzca un eclipse total, y treinta y tres días antes el dios Hermes –Mercurio- subió hacia el crepúsculo, estando cerca del final de su trayectoria.

Con todo ello, y armados de infinita paciencia, los científicos han podido calcular, después de muchas conjeturas, la existencia de un eclipse total de sol sobre las islas Jónicas hacia el 16 de abril de 1178 a. de C, diez años después del fin de la Guerra de Troya.

Putrefacción humana

El eclipse no es la única referencia científica que encontramos en los textos homéricos, allí también tenemos los primeros testimonios escritos del saber anatómico griego, con algunos términos que se han mantenido hasta nuestros días.

Así, por ejemplo, el rapsoda usa el vocablo kranion para referirse a la calavera en su conjunto, llama iskhion al hueso de la cadera, y denomina a los cordones duros y tensos de la mano, indistintamente, como ténon y neuron.

En cinco versos emite la hipótesis de la putrefacción de cadáveres: los gusanos surgen de las moscas que se posan en los cuerpos. Esto era realmente novedoso en aquellos momentos, es más, durante siglos se aceptará la teoría aristotélica de la generación espontánea, según la cual en los cadáveres aparecían gusanos como si surgieran del propio cuerpo.

El texto de Homero hizo reflexionar a Francesco Redi, (1626-1697) médico y farmacéutico florentino que vivió en el siglo XVII. En 1688 introdujo materiales en estado de putrefacción dentro de varios frascos; algunos quedaron abiertos y otros cubiertos con una fina tela de algodón o con corcho.

Al cabo de un tiempo, Redi observó que en los que estaban tapados no aparecían larvas, pero sí en los descubiertos. De esta forma, el toscano demostró que los gusanos de la carne no eran producto de la putrefacción, sino de las crías de las moscas que depositaban sus huevos en ella.

En definitiva, el bardo tenía razón. Omne vivum ex vivo, toda vida proviene de la vida. Quizás sea un buen momento para releer -con otros ojos- los textos homéricos.

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