Sèsam, obre't!
Canto IX, Tom Phillips, 1982 |
ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007
P. 64-67.
El canto noveno del Infierno empieza con las dudas de Dante y Virgilio mientras los demonios se preparan para atacarlos, continúa con la llegada del enviado divino, que les abre las puertas de la ciudad de Dite para que prosigan su viaje, y termina con la entrada de ambos poetas en la ciudad infernal en donde ven a los heresiarcas, que por haber seguido doctrinas diversas a las de la Iglesia Católica Romana, se ven condenados a permanecer para siempre dentro de tumbas llameantes.
[...] El significado alegórico de todo el canto es que para cumplir el recorrido de la propia conversión, Dante tiene que afrontar los obstáculos de las tentaciones, bajo forma de demonios; arreglar cuentas con su propia conciencia, con su vida pasada, representado en las Erinias y, finalmente, superar la prueba más difícil, la de la duda religiosa, la Medusa. Todo será posible gracias a la ayuda de la gracia de Dios.
Desde el punto de vista del estilo, entre tantas otras cosas, destacamos la comparación geográfica en la que Dante parangona los sepulcros antiguos de los alrededores de Arles, donde se estanca el Ródano, o como en Ploa, cerca del Quarnero, golfo del Adriático, que cierra Italia y baña sus fronteras [...] con los sepulcros que se alzan en este lugar infernal por todas partes. Sólo que aquí su aspecto es más terrible porque están envueltos en un mar de llamas. [...] La imagen nos recuerda las hogueras medievales en las que se quemaban a los condenados.
También es muy original la comparación animal de las ranas que, al ver la culebra enemiga, desaparecen en el agua hasta que se han reunido todas en el cieno, con las mil almas que huían del enviado celeste que caminaba sobre las aguas de la laguna Estigia, più di mille anime distrutte / fuggir così dinanzi ad un ch'al passo / pasaba Stige con le piante asciutte (vv. 79-81).
Nótese que, como ya hemos señalado, también en este canto Dante apostrofa al lector para que piense y descubra el significado oscuro de ciertos versos, tratando con ello, de introducirlo en el argumento en cuestión. Es la segunda llamada al público lector.
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