Farinata i Cavalcante

Sandro Botticelli, entre 1485 i 1490


ERICH AUERBACH
«Farinata y Cavalcante». A: Mimesis. La representación de la realidad en la literatura occidental. Fondo de cultura económica, 1983. P. 166-193.

Al comienzo de este episodio, que corresponde al canto décimo del Infierno, Virgilio y Dante van por un camino estrecho entre ataúdes abiertos y ardientes. Hablan; Virgilio explica que en las tumbas yacen herejes y ateos y promete a Dante la realización de su deseo, a medias expresado, de ponerse en comunicación con uno de los ocupantes. Dante se dispone a contestar, cuando de uno de los féretros, desde abajo, les llega una voz que, comenzando con apagados tonos en o de O Tosco, lo hacen retroceder espantado. Uno de los condenados se ha incorporado en su féretro y habla a los visitantes. Virgilio dice su nombre, es Farinata degli Uberti, jefe político y militar del partido de los gibelinos, y natural de Florencia, muerto poco antes de nacer Dante. Se acerca éste a los pies de su ataúd, y comienza una conversación que, pocas líneas después (verso 52), es interrumpida tan bruscamente como lo había sido antes la conversación entre él y Virgilio, por la intromisión de otro habitante de los féretros, a quien Dante reconoce inmediatamente por sus palabras y por la situación en que se halla: el interruptor es Cavalcante de Cavalcanti, padre de su amigo de juventud, el poeta Guido Cavalcanti. La escena que se desarrolla ahora entre Cavalcante y Dante es breve (21 líneas); y cuando concluye con la inmersión de Cavalcante, Farinata continúa la interrumpida conversación.

En el breve espacio de unos setenta versos ocurre un triple cambio de sucesos; son cuatro escenas, llenas todas de ímpetu y sustancia, que se suceden atropelladamente. Ninguna de ellas tiene de manera exclusiva un contenido introductorio, ni siquiera la primera, la de la conversación relativamente tranquila entre Virgilio y Dante.

[...] En estas escenas se aprietan muchas más cosas que en ninguno de los textos que hemos considerado hasta ahora a lo largo del libro, y no sólo más cosas, y más importantes y dramáticas, en tan breve espacio, sino también mucho más variadas. No se trata de un episodio sólo, sino de tres, de los cuales, el segundo, la escena de Farinata, es interrumpido por el tercero y dividido así en dos partes. No existe, por consiguientes, una unidad de acción en el sentido corriente.

[...] Las palabras de Farinata interrumpen súbitamente la conversación entre Virgilio y Dante, el allor surse del verso 52 desgarra bruscamente la escena de Farinata, y con ma quell'altro magnanimo la reanuda de la misma forma abrupta e inesperada.

La unidad del conjunto reside en el escenario, el paisaje físico-moral del círculo infernal de los herejes e incrédulos, y el rápido cambio de asuntos independientes, desligados unos de otros en forma de escenas aisladas, se debe a la estructura de la Divina Comedia, que nos muestra la peregrinación de una sola persona, con su guía, a través de un mundo cuyos habitantes permanecen constantemente en el lugar que les fué asignado...


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P.S.: Aquí podeu llegir el capítol sencer d'Auerbach.


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