I tu, quina mena de lector ets?




JUAN VARELA-PORTAS DE ORDUÑA
Invitación a la Divina Comedia. Infierno IX
La discreta
19|2|2021


Además de continuar la aventura iniciada en el canto VII –y notad la continuidad de la misma hasta el v. 106, es decir, por más de dos cantos–, el canto IX del Infierno contiene los tres versos metapoéticos más significativos de la cántica, y quizás de toda la obra. Nos referimos a los célebres vv. 61-63, en los que el narrador comentarista realiza una de las conocidas apelaciones al lector (estudiadas magistralmente por Spitzer y Auerbach, nada menos), que sirven para construir lo que en este siglo la Escuela de Constanza ha llamado lector modelo o implícito (en este caso, explícito): fijaos que Dante concibe dos tipos de lector, aquel que, por no tener el intelecto sano no puede acceder a la doctrina que se esconde bajo el velo de los versos extraños (es decir, que tienen algún tipo de marca de extrañeza a nivel literal), y aquel que, sano de intelecto, sí es capaz de desentrañar la alegoría, escondida y al tiempo visible, porque un velo, si suficientemente sutil, vela y revela. Es claro, pues, que la movida peripecia del episodio transmite una doctrina a la que se llega usando el intelecto con rectitud (‘sano’ significa ‘sin haber perdido del todo el vínculo intuitivo con la Verdad y el Bien’), aunque hay que reconocer que un lector primerizo de la obra no tiene a su disposición los elementos necesarios para hacerlo, que solo le serán dados en el canto XI, cuando Virgilio explique la estructura psico-ética del Infierno. Ello implica que la Divina comedia es un artefacto poético construido para la relectura, es decir, para una primera lectura intuitiva y una segunda reflexiva o exegética. Permítaseme, pues, introducir a la segunda, aunque para ello deba destripar en algún modo la primera...


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Aquí continua la lectura exegètica d'aquest cant. Vosaltres mateixos.

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