L'ordre físic de l'univers
Cosmographia, Petrus Apianus, 1524 |
ERICH AUERBACH
Dante, el poeta del mundo terrenal. Traducció de Jorge Seca.
Acantilado, 2008. P. 167-169.
ORDEN FÍSICO
El orden físico muestra el universo en la forma ptolemaica, tal como la filosofía aristotélico-cristiana la había retomado y puesto al servicio del dogma; este orden, tanto en su conjunto como en casi todos los detalles, se encuentra ya en los escritos de la alta escolástica y en las obras didácticas inspiradas por ella, de manera que Dante pudo adoptarlo en sus rasgos principales de sus fuentes: Aristóteles, Alfragano, Alberto Magno, Tomás, Brunetto Latini.
La esfera terrestre está en el centro del universo; en torno a ella giran nueve esferas celestes encajadas una en la otra, mientras una décima que las abarca a todas, el Empíreo, la residencia de Dios, está imaginada en una quietud absoluta. Sólo está habitada la mitad de la Tierra, el hemisferio norte; como límites oriental y occidental de la οἰκουμένη [el mundo habitado] están el Ganges y las columnas de Hércules, su centro es Jerusalén. En el interior de la Tierra , o mejor dicho, del hemisferio norte, estrechándose en forma de embudo hacia el centro de la Tierra, está el Infierno; en su punto más bajo, en el mismo centro de la Tierra, está la residencia eterna de Lucifer que en su caída, inmediatamente después de la Creación, perforó la Tierra desplazando un impresionante pedazo de su interior hacia arriba; este pedazo es la gran montaña que emerge, sola, del hemisferio sur cubierto por el océano, la montaña de la purificación, el Purgatorio, en el que se demoran las almas de los difuntos destinados a la felicidad pero que necesitan todavía de purificación. En la cima de la montaña, en el punto más cercano a la esfera celeste más baja, se encuentra el Paraíso terrenal, en otro tiempo morada de los primeros seres humanos antes del pecado original. El orden de las bóvedas celestes, que representan a su vez el Paraíso propiamente dicho, sigue el de sus astros correspondientes; en primer lugar las esferas de los siete planetas de la astronomía antigua, por este orden: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno; a continuación el cielo de las estrellas fijas; como novena esfera, el invisible cielo cristalino, el primum mobile; en último lugar, el Empíreo.
El movimiento de las esferas terrestres es concéntrico y circular; la novena esfera, la más próxima a la sede inmóvil de Dios, el Empíreo, es transportada por el deso ardiente de reunirse con él con un movimiento rotatorio a una altísima velocidad; y hace partícipe de su movimiento a las esferas inferiores contenidas en ella; este movimiento lo gestiona la jerarquía de las inteligencias o ángeles...
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