El cant XVI

Sempre a quel ver c'ha faccia di menzogna
de' l'uom chiuder le labbra fin ch'el puote,
però che sanza colpa fa vergogna;
ma qui tacer  nol posso; e per le note
di questa comedìa, lettor, ti giuro,
s'elle non sien di lunga grazia vòte,
ch'i' vidi per quell' aere grosso e scuro
venir notando una figura in suso,
maravigliosa ad ogne cor sicuro

[D'allò que és cert però pareix mentida / cal que tanquem mentre puguem els llavis, / perquè ens pot fer vergonya sense culpa; / però ací no ho puc callar; i jo et jure, / lector, pels versos d'aquesta comèdia, / —i que siguen estimats molt de temps!— / que en aquell aire obscur i gras vaig veure / que pujava nadant una figura / capaç d'impressionar un cor ben ferm...]

Infern, XVI, 124-132

Dalí, 1964


ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007
P. 94-95.


Como elementos fundamentales de este canto hay que señalar el político —después de las profecías de Ciacco (canto VI), de Farinata (canto X) y de Brunetto Latini (canto XV), es ahora Dante el que se erige como juez de la propia ciudad. Su condena política es también moral, «La gente nuova e i sùbiti guadagni / orgoglio e dismisura han generata, / Fiorenza, in te, sì che tu già ten piagni» (vv. 73-75).

Hay que destacar también el encuentro con los florentinos. Dante los ve con simpatía y si no fuera por la arena ardiente bajaría a abrazarlos, «S'ì fossi stato dal foco coperto, / gittato mi sarei tra lor di sotto, / e credo che 'l dottor l'avria sofferto» (vv. 46-48). La terrible condena que sufren por su sodomía no anula el recuerdo de sus virtudes civiles y el amor que Dante siente por sus conciudadanos. Son sentimientos recíprocos que se notan, incluso, en la cortesía del estilo y del lenguaje.

La segunda parte del canto, y éste es un elemento digno de tener en consideración, está ocupada por la preparación de ambos poetas para el descenso al círculo octavo. Dante, maestro de retórica, nos llena de intriga en la espera de algún extraño suceso, en la intuición de algo raro que se avecina. Será el monstruo Gerión, que saliendo del vientre del Infierno y no siendo descrito, crea en el lector una fuerte tensión. Es la «figura» que viene de la oscuridad y de la profundidad, como el marinero que va saliendo hacia la superficie y que alternativamente va encogiendo y estirando las piernas, «che 'n sù si stende e da piè si rattrappa» (v. 136).

Desde el punto de vista alegórico, la cuerda, que Dante tiene en vida, y que Virgilio arroja al abismo para pescar a Gerión, tiene un significado incierto. Algunos estudiosos han visto el cordón franciscano —Dante fue fraile menor en su juventud— otros lo relacionan con la trampa y el engaño, e incluso se ha visto como símbolo de la justicia y la caridad, frente al fraude del monstruo.

Estupendos son los símiles de este canto. Además del que hace referencia al zumbido de las abejas (v. 3), y del que que se refiere a los gladiadores (v. 22), que ya hemos visto, es muy original el de los versos 88-89: «Un amen non saria possuto dirsi / tosto così com' e' fuoron spariti», en el que la maestría de Dante compara la velocidad de la desaparición de los tres florentinos, para poder llegar corriendo a meterse en la cola de los sodomitas, con el tiempo que se tarda en decir amén, al persignarse.

No es la primera vez que Dante apostrofa al lector; en este canto lo hace para jurarle por sus versos, «per le note di questa comedìa» (vv. 127-128), que el monstruo que surge de las entrañas del Infierno es algo verdaderamente extraordinario.

Es en este canto, cuando Dante, por primera vez, habla del título de su obra, a la que llama comedìa para diferenciarla de la tragedia; la comedia, además de su final feliz, tiene un estilo menos elevado que la tragedia. Volverá a referirse a su obra en dos ocasiones más, en el Paraíso, XXIII, 62, como sacrato poema y en XXV, 1 como poema sacro.

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