La roda dels tres florentins

John Flaxman


VIOLETA DÍAZ-CORRALEJO
Los gestos en la literatura medieval
Gredos, 2004


Così rotando, ciascuno il visaggio
drizzava a me, sì che in contraro il collo
faceva ai piè continüo vïaggio

[Así girando, cada uno hacia mí / enderezaba el rostro, y así hacía el cuello / el trayecto contrario al de los pies]

Inf., XVI 25-27


Se trata de los tres florentinos sodomitas que siguen a Dante y le preguntan sin dejar de correr y agitarse en una ronda maldita. Es uno de los conjuntos gestuales más significativos, por lo que tiene de excéntrico y original, y desde el punto de vista medieval, desmesurado y anormal. Se le puede aplicar casi por antonomasia lo que los medievales entendían como gestus, en sentido peyorativo, y como gesticulatio [Nota: gest exagerat, excessiu i immoral].

Y ofrece la más exacta versión contraria de lo que los moralistas y predicadores medievales consideraban el porte adecuado para un cristiano. Es más, alguna de sus partes coincide exactamente con alguna ilustración medieval de pecadores. En el Libro de oración, de Hildegarde de Bingen hay una ilustración de varios pecadores que corren en dirección contraria a donde miran, con el título Maledicti malevoli.

Los pies corren en círculo en el arenal ardiente, las cabezas llevan la dirección contraria a los pies para hablar con Dante.

Los pies corren en un gesto excesivo por el camino de la lujuría y además contrariando a la cabeza, es decir, a la sede de la capacidad de raciocinio. Están alegorizando la lujuria contra natura. En la cabeza pensante se alegoriza el origen legítimo del apetito sexual y en los pies corriendo en dirección contraria, su incontinencia violenta y antinatural respectivamente.

P. 154-155
E quando a noi fuor giunti,
fenno una rota di sè tutti e trei.

[Cuando llegaron a nosotros / los tres formaron una rueda]

Inf., XVI 20-21 


Los tres florentinos hacen una rueda cuando alcanzan a Dante. El sentido literal es obvio: corriendo en círculo no se mueven del mismo sitio, con lo que pueden hablar con Dante, pero no dejan de correr, con lo que evitan una sobrecarga del castigo, como explicó Brunetto Latini en el canto anterior: por cada momento de parada se les castiga con cien años tendidos bajo la lluvia de fuego.

Esta manera de actuar nos remite a su manera de obrar en la tierra: una carrera inútil porque vuelve continuamente al mismo sitio sugiere una pasión contra natura que nunca alcanza el objetivo natural previsto, en este caso el sexo contra natura es un acto inútil que nunca deriva en procreación.

[...] Hay que considerar el significado alegórico general de una rueda, término empleado por el autor. Las ruedas están constituidas por un centro y unos radios que lo unen a la circunferencia exterior. Alegóricamente se interpreta el centro como el «motor inmóvil» aristotélico, es decir, Dios, y la cincunferencia como el mundo, la manifestación emanada por la irradiación desde el centro. Los radios serían la relación de la circunferencia al centro, la relación de lo creado al creador.

Pero precisamente en este caso se trata de una rueda sin centro y sin radios, una rueda en que lo creado no establece vínculo ninguno con el creador. Como hemos dicho, se trata de una rueda no continua sino formada por tres elementos discontinuos. Lo creado, la naturaleza, es violentada y se anula cualquier posibilidad de relación o retorno al Creador.

P. 241-242

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