El cant XXII
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Infern - Cant vint-i-dosè
Infern - Cant vint-i-dosè
El cant vint-i-dosè de l'Infern de Dante Alighieri té lloc al cinquè fossat del vuitè cercle, on són castigats els estafadors (baraters); som al matí del 9 d'abril de 1300 (Dissabte Sant), o segons altres comentaristes el 26 de març de 1300.
Aquest cant està molt vinculat a l'anterior, i constitueix el "segon acte" de la comèdia dels dimonis en la fossa dels estafadors. Els dos poetes són escortats per deu dimonis que enganxen un condemnat fora de la pega amb el qual parla Virgili. Es tracta de Ciampolo de Navarra, en la conversa amb Virgili menciona a Fra Gomita i Michele Zanche, com a companys de pena, tots ells estafadors. El condemnat fa servir el seu enginy per escapar dels dimonis que el tenen enganxat i aquests acaben barallant-se entre ells; moment que els nostres poetes aprofiten per fugir cap al sisè fossat.
ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007
En cuanto a la forma de este canto, es de destacar el estilo: al componer este segundo acto de la comedia de los demonios —el primer acto está en el canto precedente—, Dante utiliza técnicas narrativas y lingüísticas que poco a poco va adaptando a los efectos dramáticos que pretende obtener. En efecto, el principio del canto, rico de imágenes sonoras en la presentación de batallas, torneos y competiciones, [...] se parece mucho al canto XXI cuando se representa las faenas invernales del arsenal de Venecia y tiene, además, la misma finalidad, que no es otra que la de hacer más ligero, ya sea el ambiente oscuro y sombrío que está a punto de empezar, ya sea la ruindad y asquerosidad del gesto del diablo Barbariccia, ed elli avea del cul fatto trombetta (XXI, 139), que ha vuelto muy pesado el aire.
También el lenguaje de Ciampolo al retratar a sus compañeros de condena es sumamente cínico y grosero, pero incluso también lo es el lenguaje que utiliza para dirigirse a sí mismo: i' direi anche, ma i' temo ch'ello / non s'apparecchi a grattarmi la tigna (vv. 92-93).
Se insiste en el uso de imágenes culinarias, que ya se habían empleado en el canto anterior, que Dante toma, naturalmente, del gusto popular. En definitiva, si hubiera que definir este canto, por las situaciones extravagantes que en él se producen, habría que definirlo como "grotesco", para lo cual bastaría con la lectura atenta del "discurso" de Ciampolo.
Por el fondo, podemos decir del canto XXII que es el de la malicia: todo él gira alrededor de la lucha entre los demonios y los condenados y, en la competición, la astúcia y la falsedad humana consiguen vencer incluso la bellaquería de los diablos. Dante sabe poner al mismo nivel de degradación los demonios y los condenados.
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