El cant XXIX
La brigata spendereccia, Codex Altonensis |
JOSÉ MARÍA MICÓ
Dante Alighieri. Comedia. Pròleg, comentaris i traducció de José María Micó.
Acantilado, 2018.
Virgilio le reprocha a Dante que se demore más de lo razonable en la bolsa en que están (la novena del octavo círculo) y le advierte y precisa que el perímetro del recinto es enorme: veintidós millas. Dante dice tener un motivo, y es que cree que ahí está un pariente suyo; Virgilio se lo confirma porque un rato antes, mientras hablaba con Bertran de Born, había visto y oído los gestos y amenazas de Geri del Bello (un primo del padre de Dante, asesinado por el noble Brodario dei Sacchetti en 1287 y que se muestra airado porque su muerte no ha sido aún vengada). Se acercan a la décima y última bolsa: Dante se tapa los oídos para no compadecerse de los insoportables lamentos, pero ve y huele una gran extensión de cuerpos lacerados (como los enfermos de malaria que infestaban los hospitales de la Valdichiana, la Maremma y Cerdeña). Son los falsarios, que dan más pena y más asco que los apestados de la isla Egina (véase Ovidio, Metamorfosis, VII, 523-657). Todos están tirados por el suelo o caminando a gatas, y destacan dos pecadores que, apoyados el uno en el otro, se rascan frenéticamente las costras de sarna (como el mozo que cepilla al caballo o el cuchillo que escama un pescado). Virgilio, como otras veces, pregunta si hay italianos y resulta que los dos lo son, y al decirles que está acompañando a un vivo, se ponen a temblar. Dante les desea que su fama no se borre y habla con ellos: el primero es Griffolino d'Arezzo, que está en la última bolsa por alquimista y había sido condenado a la hoguera por el pretencioso Albero da Siena (del que se decía que fue hijo natural del obispo de la ciudad). Dante pondera ante su maestro la vanidad de los sieneses y, al oírlo, el otro condenado enumera irónicamente más ejemplos, famosos en tiempos de Dante por pertenecer a cierta cofradía o banda —hoy diríamos club— de dilapidadores de Siena: Stricca (posiblemente de la familia Salimbeni), Niccolò (Niccolò Bonsignori), Caccia d'Ascian (Caccianemico di Trovato degli Scialenghi) y Abbagliato (apodo de Bartolomeo di Ranieri dei Folcacchieri). El pecador lenguaraz, que dice que Dante podrá reconocerlo si se fija bien en él, resulta ser el falsificador florentino Capocchio, quemado por alquimista en Siena en 1293.
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