Mans lliures
Codex Altonensis, ca. 1360 |
Los gestos en la literatura medieval
Gredos, 2004. P. 193-195
GESTOS DE LOS BRAZOS
Hay un total de 16 gestos [a l'Infern], de los que 9 son realizados por Virgilio, 6 por los condenados y sólo uno por Dante. Si la proporción es llamativa, aún lo es más el hecho de que todos los gestos que Virgilio hace con los brazos son para abrazar o proteger a Dante e igualmente el que hace éste, de refugio. Si consideramos ahora los sentidos que, en general, se ha dado a la gestualidad de los brazos, tendremos ya una primera perspectiva de lo que pueden estar simbolizando estos gestos.
De una parte, en su aspeco positivo, los brazos cumplen una función primordial, la de abrazar. Casi biológica, la acción de abrazar acompaña al hombre desde la infancia hasta sus últimos momentos.
Un segundo aspecto es el señalado por Alain de Lille. El brazo simboliza potestas (en cualquier sentido, por lo que, en el peyorativo, se puede aplicar a los condenados).[...] A esto añade Chevalier la posibilidad de simbolizar la fuerza, el poder, el socorro y la protección...
GESTO DE DANTE
En el único gesto de Dante, «come a lui piacque il collo li avvinghiai» (XXXIV 70) [Como le plugo lo enlacé por el cuello], el término no implícito pero evidente son los brazos. Se trata de salir del infierno trepando por los pelos de Satanás y el esfuerzo lo va a hacer Virgilio, que necesita, pues, tener las manos libres. Así que Dante le obedece y se le agarra al cuello para emprender la última escalada, la salida definitiva del infierno. Una vez más Dante hace un gesto típicamente infantil, del niño que se abraza al adulto que lo protege y le da seguridad.
Cuando el mal es la suma de todos los males, es imprescindible que el instinto y la razón actúen en unión para poder superarlo. No bastan el apetito concupiscible y el irascible para escapar, es necesario que la razón los controle y considere atentamente el tiempo y el espacio más oportuno para la acción. Es la parte racional la que proporciona el mayor trabajo en el control de las pasiones y en el discernimiento del justo medio de la virtud.
La única manera posible de escapar al pecado y emprender el camino de la purificación y de la salvación es la aceptación de la propia impotencia y abrazarse estrechamente a las guías que la gracia de Dios envía al hombre, que por sí solo no tiene la capacidad de salvarse, exactamente como el niño que, asustado, se abraza a su padre. El gesto de enlazarse a Virgilio para salir del infierno es simbólico, pues, en primer lugar, de la asunción por parte de la parte irracional de la necesidad de actuar estrechamente unida a la parte racional para escoger el camino adecuado al fin perseguido; y, en segundo lugar, el gesto simboliza también la aceptación racional de la necesidad de la gracia que impulsa y ayuda a huir del pecado y del castigo consiguiente, equivalente al dolor de atrición (dolor por las penas a las que se expone el pecador), primer paso en el camino de la penitencia que llevará al deseo de purgar los pecados y al subsiguiente dolor de contrición perfecta (dolor por la ofensa a la bondad infinita de Dios) que, a su vez, llevará al perdón total y a la bienaventuranza eterna.
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