Introducció al cant I del Purgatori

Sandro Botticelli, c.1480-1495


ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007


Ya estamos en el Purgatorio, el segundo reino de ultratumba. Detrás ha quedado el Infierno, l'aura morta, donde el llanto y el crujir de dientes es habitual y que tanto terror y dolor le había ocasionado al poeta, che m'avea costritati li occhi e 'l petto (v. 18). Dante está contento de haber abandonado tan terrible lugar y se dispone a pedir protección a las Musas, y en particular a Calíope, la musa que preside la poesía heroica, para que le ayuden en su tarea: interpretar este segundo cantar y demostrar si existe algún lugar en el que haya que purgar los pecados después de la vida y quiénes van allí.

El Purgatorio se inicia con un canto que tiene tres partes fundamentales —recordemos que la simbología del número tres está presente en toda la Divina Comedia—: el proemio, el encuentro y el diálogo con Catón, el guardián del Purgatorio, y la purificación de Dante.

El canto primero del Purgatorio es muy importante porque sirve de introducción a todo el cantar. Es el preámbulo explicativo del segundo cantar. Dante tiene que indicar el tema que va a tratar en esta segunda parte. En efecto, en los dos primeros tercetos, el poeta, después de haber anunciado que en este cantar va a elevar el tono de su estilo, explica que el Purgatorio es el reino que permite al hombre purgar sus culpas y poder luego alcanzar el Paraíso: e canterò di quel secondo regno / dove l'umano spirito si purga / e di salire al ciel diventa degno (vv. 3-6).
Dante se apresura a escribir todo aquello que será no sólo útil al género humano, sino también necesario: Per correr miglior acque alza le vele / omai la navicella del mio ingegno, / che lascia dietro a sé mar sì crudele (vv. 1-3).
Después de los duros momentos pasados en el Infierno, el poeta trata ahora de hablar de mejores cosas. Con su ingenio, Dante se propone dejar atrás la crueldad infernal y narrar situaciones menos difíciles, porque desde el primer momento ya las conocemos y sabemos que aunque en el Purgatorio se va a sufrir, será para poder luego tener la recompensa de la salvación.

[...] Ya hemos dicho que uno de los elementos principales de este canto es el proemio: como en el Infierno, y siguiendo las normas clásicas de la poesía épica, el Purgatorio comienza con un preámbulo en el que el poeta declara el argumento del cantar, es decir, la descripción del segundo reino del más allá. Dante invoca a las Musas de la poesía para que le concedan el don de la serena armonía, estableciéndose así una estrecha relación con el comienzo de los tres cantares de la Comedia.

Otro elemento clave de este primer canto es la antigua y noble figura de Catón, que domina todo el canto. Es el que vigila el Purgatorio. Conserva su personalidad histórica, reflejando el destino sobrenatural del hombre. Él es el portador tanto de la idea de libertad política como de la moral y religiosa y, si en la tierra obedeció a las leyes morales, ahora es el custodio de las leyes divinas.

Dante, a través del dulce recuerdo de Catón por su querida mujer Marcia, quiere subrayar el hecho de que las relaciones afectivas terrenas no pueden condicionar los principios de la vida ultramundana.

Catón en Útica renunció a la vida por la libertad. Dante interpreta el suicidio de Catón como un sacrificio para transmitir al mundo el amor por la libertad y por eso en el Convivio lo define como "piú degno di significare Iddio".

La figura del guardián del Purgatorio nos hace pensar inmediatamente, pero por oposición, en Carón, el barquero infernal, y por analogía, con San Bernardo, el último guía de Dante en los cantos finales del Paraíso.

El tercer elemento fundamental es el diálogo entre Catón y Virgilio. En primer lugar interviene Catón que con desdeño contempla a los dos peregrinos que llegan de una manera tan extraña al Purgatorio, llegando incluso a pensar que las leyes divinas hayan podido ser violadas o cambiadas. Después viene la respuesta de Virgilio para explicar que el viaje de Dante es por voluntad divina. A continuación, Virgilio adula a Catón por su amor a la libertad, recordando el amor por su bella mujer, que ahora está con Virgilio en el Limbo, para conseguir que Catón les deje pasar y puedan subir a la montaña del Purgatorio. Finalmente la respuesta de Catón, que es muy severa: los alagos terrenos no tienen ninguna importancia en el reino del más allá, que se rije únicamente por las leyes divinas. Él les va a permitir pasar porque esa es la voluntad del cielo,  y no por ninguna otra razón.

Se trata de un diálogo psicológico-retórico entre los dos personajes, Catón y Virgilio, que no termina en este primer canto, sino que va a seguir desarrollándose. Ha empezado en el canto primero, sigue en la reprimenda de Catón, al final del canto II, y terminará con el remordimiento de Virgilio, al inicio del canto III.

Dante echa mano en muchas ocasiones de la figura del caminante como elemento de comparaciones extraordinarias. Al principio del Purgatorio, Dante y su guía andaban sin rumbo, sin saber qué hacer ni qué actitud tomar, lo mismo que el caminante desnortado, que no sabe hacia dónde dirigirse y que no descansa hasta que es capaz de recuperar la senda perdida: Noi andavam per lo soligno piano / com'om che torna a la perduta strada, / che 'nfino ad essa li pare ire in vano (vv. 118-120).

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