Quattro stelle / non viste mai fuor ch'a la prima gente
Giovanni Battista Galizzi, 1943 |
Dante
Traducció de Benito Rodríguez
Edhasa, 2019. P. 340-341.
Llegados a la playa de la isla sobre la que se alza la montaña del Purgatorio, Dante y Virgilio descubren allí a un anciano «solitario» y venerable (Purg., I, 31): es Catón, suicida por amor a la libertad, guardián del reino donde se cumple la liberación del pecado. Se acerca el alba, y un «Dolce color d'orïental zaffiro» (v. 13) tiñe el aire purísimo, mientras (vv. 19-21)
Lo bel pianeto che d'amar conforta
faceva tutto rider l'orïente,
velando i Pesci ch'erano in sua scorta.
[El astro bello que al amor induce / daba al oriente un esplendor risueño, / ocultando a los Peces de su séquito.]
Es el «planeta» Venus, símbolo del recuperado amor divino, que anuncia la inminente aparición del sol velando con su resplandor la constelación de Piscis. Junto a él, «a l'altro polo» [«en el polo opuesto»] respecto a Oriente, brillan «quattro stelle / non viste mai fuor ch'a la prima gente» [«cuatro estrellas que tan solo / los primeros humanos contemplaron»] (vv. 23-24): astros invisibles en el hemisferio de las tierras emergidas, habitadas por los seres humanos, y por ello solo vistos por Adán y Eva cuando aún moraban en el Paraíso terrenal; son símbolos de las cuatro virtudes cardinales —prudencia, justicia, fortaleza y templanza—, propias de la naturaleza humana en su primitiva perfección, lastradas luego por el pecado original...
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