El cant IV

Stefano Di Stasio. Purgatorio, vv. 103-108, 2013

 

ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007


Como el anterior, también el canto IV del Purgatorio tiene tres partes fundamentales: la difícil y fatigosa subida a la segunda cima del Antipurgatorio; una digresión que sirve para describir la estructura astronómica del mundo y, en tercer lugar, el encuentro con Belacqua.

[...] El diálogo entre los dos poetas se ve interrumpido por una broma audaz e irónica y que proviene de detrás de unos peñascos, a poca distancia. Dante y Virgilio se acercan para ver lo que pasa y, agazapado y en cuclillas, a la sombra de una enorme piedra, Dante descubre a su amigo Belacqua, y lo reconoce por su actitud tan perezosa. Entre ambos amigos, empieza un diálogo entre la broma y la melancolía. Dante le pregunta a su amigo las razones por las que está aquí ahora, y Belacqua le dice que todos los que como él han sido perezosos para arrepentirse de sus pecados, esperando hasta el último momento, se ven condenados a permanecer fuera del Purgatorio, tanto tiempo como años hayan vivido, salvo que las plegarias de los hombres buenos acorten este tiempo.

[...] Es muy importante en este canto la subida a la montaña, que ocupa toda la primera parte del mismo. En efecto, es muy repetitiva la descripción de las dificultades de subir estas paredes rocosas del monte del Purgatorio, que se ponen en relación con el paisaje y la descripción de los lugares; todo ello para reforzar el carácter realista de esta subida tan fatigosa para los humanos. Pero se trata también de un importante elemento de la estructura moral de este segundo reino de ultratumba, según las palabras de Virgilio a su discípulo: «Questa montagna è tale, / che sempre al cominciar di sotto è grave; / e quant'om più va sù, e men fa male. / Però, quand'ella ti parrà soave / tanto, che sù andar ti fia leggero», es decir que cada vez que se vaya avanzando y el alma se vaya purificando, la subida será más suave, hasta llegar un momento en el que, incluso, resultará agradable.

[...] La parte central del canto, el diálogo entre Dante y Virgilio para explicar la estructura de la tierra y su posición en el Purgatorio, es una lección de astronomía medieval.

Pero el episodio más vivo del canto es el encuentro con Belacqua, lleno de valores poéticos y evocadores. Del amigo de Dante sólo sabemos que era un hombre de Florencia que hacía cítaras, laúdes y guitarras, y que era el hombre más perezoso del mundo. Llegaba al trabajo y se sentaba hasta la hora de comer; por la tarde hacía lo mismo, sólo se levantaba para cenar y al final, para dormir. Si se le recriminaba su actitud, respondía con las palabras de Aristóteles: «Sedendo e riposando l'anima diventa sapiente». En ese caso, nadie más sabio que él.

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