Al carrer
OSIP MANDELSTAM
Coloquio sobre Dante. La cuarta prosa.
Traducció, introducció i notes de Jesús García Gabaldón
Visor, 1995
Arrancar a Dante de la retórica escolar significa prestar un servicio de no poca importancia a toda la civilización europea. Confío en que no se necesitarán trabajos de siglos, sino que sólo los esfuerzos internacionales conjuntos lograrán un auténtico anticomentario al trabajo de toda una serie de generaciones de escolastas, filólogos aprovechados y pseudobiógrafos. La falta de respeto hacia la materia poética, que sólo se comprende mediante la ejecución, mediante el vuelo del director de orquesta, causó una ceguera general hacia Dante, el más grande maestro y ordenador de esta materia, el más grande director de orquesta del arte europeo, que se anticipó muchos siglos a la formación de la orquesta, adecuada —¿para qué?— para la integral de la batuta del director.
La composición caligráfica, llevada a cabo por medio de la improvisación; esa es la fórmula aproximativa del impulso de Dante, considerado simultáneamente como vuelo y como algo preparado. Las comparaciones son impulsos bien articulados.
Las partes más complejas de la construcción del poema están ejecutadas con ayuda de un caramillo, con un reclamo. A cada paso se anticipa el caramillo.
Me refiero a las introducciones de Dante, soltadas por él como por azar, como si fueran globos sondas:
Quando si parte il gioco della zara,
Colui che perde si riman dolente,
Ripetendo le volte, e tristo impara:
Con l'altro se ne va tutta la gente;
Qual va dinanzi, e qual di dietro il prende,
E qual da lato gli si reca a mente.
Ei non s'arresta, e questo e quello intente;
A cui porge la man, piú non fa pressa;
E cosí dalla calca si difende.
Cuando se aparte el juego de los dados,
aquel que pierde aprende tristemente
repitiendo los lances ya jugados:
con el otro se va toda la gente;
cuál va delante, cuál detrás la emprende,
y cuál al lado suyo está presente;
él no se para y a uno y a otro atiende;
si a uno alarga la mano, ya no aprieta;
y así de aquel gentío se defiende.)
Purgatorio, VI, 1-9
El canto «callejero» del Purgatorio, con sus apreturas de importunas almas florentinas que desean, en primer lugar, «chismes», en segundo lugar intercesión, y, en tercero, charla, acude al reclamo del género, al típico caramillo flamenco que se convirtió en pintura sólo trescientos años más tarde...
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P.S.: No sé a què es refereix Mandelstam amb això del típic caramillo flamenco, però a mi m'ha vingut al cap aquest quadre de Pieter Brueghel el Vell, pintat el 1560.
Els estudiosos hi han trobat més de 80 jocs. Entre els 168 nens i les 78 nenes que apareixen al quadre, n’hi ha que fan bombolles de sabó, que juguen a nines, que juguen a fet i amagar, que caminen amb xanques, que piquen una pinyata, que toquen una caca amb un bastó i molts més.
Aquí, els 80 jocs. Tot distreu.
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