El cant X

Guglielmo Giraldi, Codice Urbinate Latino 365, 1474-1482


ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007


En el canto décimo del Purgatorio se distinguen tres partes fundamentales: la fatigosa subida a la primera cornisa; los ejemplos de humildad que se encuentran esculpidos en la pared de la roca y el encuentro con los soberbios con la correspondiente invectiva dantesca contra el vicio de la soberbia humana.

[...] El décimo es el primer canto del Purgatorio donde se concreta la purificación a través de la pena, el encuentro de Dante con los soberbios y con la soberbia, que es la raíz de todos los pecados, tan viva en la experiencia de la Edad Media y tan presente también en la vida personal de Dante.

Dante, siguiendo la tradición ascética, presenta la humildad como la virtud por excelencia, en la que se fundamentan todas las demás. La humildad es el tema conductor de todo el Purgatorio. Es, precisamente aquí, en el canto X, en donde la humildad alcanza su mayor exaltación, con la representación de todos los buenos ejemplos, empezando por el de la Virgen María, que en el último canto del Paraíso se definirá como "humilde y alta".

Este canto presenta importantes datos sobre la estructura del Purgatorio: modo en que Dante lo imagina y forma en que lo construye. Es muy notable la insistencia en al dificultad y en lo fatigosa que es la subida, así como la descripción física de la primera cornisa, de su forma, de sus dimensiones y de la presencia de imágenes esculpidas en las paredes, a las que se les dedica un buen número de versos —realmente casi todo el canto—, concretamente desde el verso 28 hasta el 99. Se trata de célebres episodios de humildad, que se repetirán en todas las demás cornisas. Dante insiste en la perfección de estas esculturas y todos los ejemplos virtuosos comenzarán con un episodio relacionado con la vida de la Virgen María, sea con referencias paganas o bíblicas.

Con las almas de los soberbios nos encontramos por primera vez con aquellos pecadores que han iniciado la expiación efectiva de sus pecados, después de la larga espera del Antipurgatorio. Estamos frente a la pena corporal que es castigada con la pena adecuada (el contrappasso) y con el consiguiente sufrimiento, lo mismo que en el Infierno, pero con una gran diferencia, aquí se vive con la esperanza de la liberación y la salvación final:

Non vo però lettor, que tu ti smaghi
di buon proponimento per udire
come Dio vuol che 'l debito si paghi.
Non attender la forma del martire;
pensa la succession; pena ch'al peggio
oltre la gran sentenza non può ire

(vv. 106-111)

frente a las penas eternas del primer reino del más allá.

Es muy importante el apóstrofe final del canto. Dante, a la vista de las almas de los soberbios, condenadas a transportar enormes pesos, pronuncia un largo apóstrofe a los lectores (vv. 121-139) condenando la soberbia humana, que será el tema fundamental del canto siguiente.

En las comparaciones, Dante usa con cierta frecuencia las introducidas por un sì come en el primer miembro y sin ningún elemento fijo en la segunda parte, o como en este caso, el orden inverso: 

Noi salavam per una pietra fessa,
che si movea e d'una e d'altra parte,
sì come l'onda che fugge e s'appresa

(vv. 7-9)

símil muy colorido para indicar la tortuosidad de la hendidura de la roca semejante a la de la ola del mar que no cesa de ir y venir.

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