La música del Paradís


PABLO GIANERA
La música del Paraíso
La Nación
14|4|2021


¿Qué música tiene la Divina Comedia? O, para formular mejor la pregunta, ¿qué música tenía en la cabeza Dante cuando imaginó la música de la Commedia? Hay otras músicas, aquellas de los músicos que se sirvieron de la Commedia para imaginar una música que no era la de la Commedia sino la de ellos.

La Divina Comedia es una caja de música, o de efectos sonoros, y lo es ya en el principio, en el canto III del Infierno: “Quivi sospiri, pianti e alti guai/ risonavan per l’aere sanza stelle,/ per ch’ io al cominciar ne lagrimai.// Diverse lingue, orribili favelle,/ parole di dolore, accenti d’ira,/ voci alte e fioche, e suon di man con elle// facevano un tumulto, il qual s’aggira/ sempre in quell’ aura sanza tempo tinta,/ come la rena quando turbo spira”. Alaridos, suspiros, palabras dolientes, confusión de lenguas: no se olvida de nada Dante Alighieri.

Es incuestionable que los conocimientos que Dante tenía de la música habrán sido considerables en su época. Desde ya, conocería en profundidad Sobre el fundamento de la música, de Boecio, y por eso, o por razones menos teóricas, ofrece por ejemplo en De vulgari eloquentia la descripción de una melodía como las del trovador Albertet de Sestaro: “Una melodía única y continua sin repetición y sin división en el medio”. Casi podría decirse que Dante fue el último trovador, y que por ser el último, ya casi que había dejado de serlo. Pero ya habrá ocasión de ocuparse de su Canzoniere. De Boecio habrá aprendido además que la melodía era consuelo.

Pero hay ejemplos incluso más contundentes, y más poéticos, que los de De vulgari eloquentia. En el final del canto IX del Purgatorio encontramos lo siguiente: “Tale imagine a punto mi rendea/ ciò ch’ io udiva, qual prender si suole/ quando a cantar con organi si stea;// ch’ or sí, or no s’ intendon le parole”.

Varios críticos señalaron que cantar con organi solía entenderse de un modo literal, como la alternancia litúrgica del canto y del órgano, pero otros aducen que no hay ninguna alusión al instrumento musical sino al organum, una de las primerísimas formas de la polifonía. Esta interpretación resulta más verosímil porque es justamente la polifonía lo que podía nublar la comprensión de la palabra cantada. Parece que los lectores de la época de Dante estaban mejor informados de estas cuestiones que otros lectores ulteriores.

De la superposición ruidista del Infierno se progresa al canto llano del Purgatorio (que interrumpe como una sorpresa el organum) y se llega por fin a la polifonía del Paraíso.

La verdad es sinfónica, decía Hans Urs von Balthasar en su libro: varias voces en una totalidad comprensible. Mucho antes, Dante parecía estar convencido de que la verdad era más bien polifónica, y que podía comprenderse aun en sus momentos ininteligibles. Ya apenas entrado el Paraíso, en el canto I, le llama la atención “la novità del suono”. Pero viene después la contemplación de la cruz, en el canto XIV: “E come giga e arpa, in tempra tesa/ di molte corde, fa dolce tintinno a tal da cui la nota non è intesa/ così da’ lumi che lí m’apparinno/ s’accogliea per la croce una melode/ che mi rapiva, sanza entender l’ inno”.

El tintineo es dulce incluso para quien no distingue las notas; y la melodía que corre por la cruz arrebata, aunque sin entender el himno. La Commedia no es poema de casualidades ni de capricho; su premeditación, como sabe cualquiera de sus lectores, es apabullante. Para dar una explicación (y esta palabra, explicación, es pobrísima) del Paraíso, Dante recurrió a la música, y en el símil acertó además con una definición de la música misma.

La música, igual que el Paraíso, se entiende y, a la vez, no se entiende. Más todavía: se entiende precisamente en aquello que no podemos entender.

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