Nota introductòria al cant XV
Blatt zu Purgatorio XV, Klaus Wrage, 1923 |
Acantilado, 2018.
En el purgatorio faltan tres horas para el atardecer (momento que se correspondería en Italia con la medianoche). Los poetas caminan cara al sol hacia poniente, pero un resplandor aún mayor deslumbra a Dante, que no llega a comprender de dónde procede. Es un ángel y los invita a subir la escalera que los llevará a la tercera cornisa. Al empezar la ascensión oyen a su espalda «Beati misericordes» (otra de las bienaventuranzas del sermón de la montaña) y «¡Goza tu que vences!» (que parece aludir al final del mismo sermón). Como van ascendiendo sin compañía, Dante aprovecha para preguntar a Virgilio a propósito de unas palabras pronunciadas por Guido del Duca (v. 87 del canto anterior); como le explica el maestro, se referían a la envidia, generada por la codicia de los bienes materiales que no quiere compartirse, pero que si el deseo de poseer se revuelve a Dios, el beneficio crece proporcionalmente. Dante no acaba de entender que pueda aumentar un bien que se reparte, y Virgilio le explica que el amor divino es como un rayo de luz que se multiplica reflejándose en muchos espejos, y que acabará de entenderlo cuando vea a Beatriz. En ese momento alcanzan la tercera cornisa y Dante tiene una visión en la que van apareciendo varias escenas que representan ejemplos de mansedumbre: María a las puertas del templo reprendiendo dulcemente a Jesús después de estar buscándolo varios días (Lucas 2, 48), Pisístrato renunciando a la venganza que le exige su mujer porque un hombre abrazó a su hija (lo cuenta Valerio Máximo) y san Esteban protomártir perdonando a quienes lo lapidaban (véase Hechos 7, 60). Dante vuelve en sí y Virgilio le pregunta por su estado; cuando el florentino se dispone a explicar su visión, el maestro le dice que ya conoce todos sus pensamientos y que lo que ha pretendido con su pregunta es infundirle ánimos para seguir. Caminan en dirección al crepúsculo, y una densa nube de humo los envuelve en la oscuridad.
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