Nota introductòria al cant XIX

Francesco Scaramuzza, 1870

JOSÉ MARÍA MICÓ
Dante Alighieri. Comedia. Pròleg, comentaris i traducció de José María Micó.
Acantilado, 2018.


Hacia el alba (en la hora más fría de la noche, dicho con una nueva perífrasis astronómica), a Dante se le aparece en sueños una mujer de aspecto horrible, pero de la misma manera que el sol templa el frío, así la mirada del poeta soñador iba deshaciendo sus defectos, y la mujer se puso a cantar una melodía arrobadora en la que decía ser, presumiendo de armonía, la sirena que descarrió a Ulises; de repente la interrumpió airadamente otra mujer muy santa que interpeló a Virgilio, y el maestro rasgó los vestidos de la cantante, que al mostrar su horrendo vientre desprendió un olor fétido que despertó a Dante. El nuevo día, martes 29 de marzo, ya está avanzado y Virgilio no quiere perder tiempo; Dante lo sigue meditabundo y un ángel que lo avienta con sus alas (ahí desaparece otra de las P) canta una bienaventuranza («bienaventurados los que lloran», Mateo I, 5). Dante sigue ensimismado pensando en su sueño y Virgilio se lo interpreta, explicándole que ha visto a la bruja seductora del espacio superior (la codicia). Entonces Dante se anima y completa la ascensión hasta la quinta cornisa, donde encuentran una multitud de almas tendidas boca abajo que ruegan sollozando «Adhaesit pavimento anima mea» ('Mi alma está pegada al suelo', Salmos 118, 25). Virgilio les pide indicaciones para el camino y un alma le responde. Dante habla con ella con la anuencia del maestro y le hace las preguntas y el ofrecimiento habituales. Resulta ser el alma del papa Adriano («sabe que fui el sucesor de Pedro», le dice en latín), del linaje de los condes de Lavagna (un torrente entre Chiavari y Sestri); reconoce haber vivido con excesiva codicia de poder hasta alcanzar el papado (que sólo detentó un mes: del 11 de julio al 18 de agosto de 1276); por su arrepentimiento tardío y por haber mirado sólo las cosas terrenales está, como los demás, tendido boca abajo con los ojos en la tierra. Dante se arrodilla, pero Adriano le explica que no es necesario, porque en el purgatorio todas las almas están al servicio de Dios (con alusión a unas palabras del Evangelio de Mateo 22, 30: «no se casarán»); impaciente por seguir con su penitencia, le pide a Dante que se vaya porque la única virtuosa que puede rogar por él en la Tierra (si el resto de la familia no la corrompe) es su sobrina Alagia (que estaba casada con Morcello Malaspina cuando este acogió al poeta en 1306...

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