Nota introductòria al cant XXIV

Giovanni Battista Galizzi, 1943

 

JOSÉ MARÍA MICÓ
Dante Alighieri. Comedia. Pròleg, comentaris i traducció de José María Micó.
Acantilado, 2018.


Dante y Forese van hablando y avanzando, y las demás almas se asombran de ver a un hombre vivo. Dante supone que Estacio no tiene prisa en ascender porque está contento con su nueva compañía; le pregunta a Forese por su hermana Piccarda y quiere saber, como siempre, si hay otras almas dignas de mención. Forese le responde que Piccarda está en el paraíso (véase Par., III, 43-57) y menciona a varios penitentes: el poeta Bonagiunta Orbicciani da Lucca; el papa nacido en Tours, que purga las demasiadas anguilas en vino que comió en vida (Martín IV), y señala otros que se complacen al ser reconocidos (Ubaldin dalla Pila, el arzobispo de Rávena Bonifacio, y el gran bebedor Marchese degli Argogliosi). Dante se interesa por el primero, al que ha oído murmurar algo así como «Gentucca», y le pide que hable. El penitente dice que se refería a una mujer que hará que la ciudad de Luca, de tan mala reputación, le resulte agradable (acogería a Dante hacia 1308-1309), y pregunta al protagonista si es él quien ha escrito la novedosa canción que comienza «Donne ch'avete inteletto d'amore»; a tal propósito, Dante aprovecha para definirse como poeta y definir su obra: «anoto lo que amor me dicta y expreso lo que me ha inspirado», para dar a entender a Bonagiunta —y de hecho se lo hace reconocer a él mismo, en una inteligente prerrogativa de autor— que los nuevos poetas del dolce stil novo (ahí, en el verso 57, nace la afortunada expresión) han superado a los sicilianos y toscanos de las generaciones anteriores (y se incluye junto a Giacomo da Lentini y a Guittone d'Arezzo). Para acabar, Forese profetiza la llegada al infierno del principal responsable de la desgracia de Florencia (su propio hermano Corso Donati, pues describe la muerte que padeció en 1308). Como caballero al galope se va Forese a reunirse con los demás penitentes y los poetas ven un segundo árbol al que las almas tienden los brazos como niños caprichosos antes de irse frustrados. Una voz explica que nació del árbol cuyo fruto mordió Eva y enuncia dos ejemplos de gula castigada: los centauros ebrios a los que Teseo mató y los hebreos a los que Gedeón no quiso en su ejército. Los tres poetas siguen un buen trecho, meditabundos, y el ángel de la Templanza les indica el camino. Con el de roce de una de sus alas quita otra P de la frente de Dante mientras suena una nueva bienaventuranza.

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