Dues notes al cant XX
Amos Nattini, 1912-1941 |
Dante Alighieri. Comedia. Pròleg, comentaris i traducció de José María Micó.
Acantilado, 2018.
El protagonista sigue contemplando a las almas que avanzan por el lado opuesto al de los dos poetas, momento que inspira al narrador una invectiva contra la avaricia («vieja loba infame») y una invocación al cielo pidiendo su ayuda. Mientras avanzan, las almas de los penitentes recitan ejemplos de pobreza virtuosa: María, que parió en un establo; el cónsul romano Cayo Fabricio, que pudiendo enriquecerse escogió la pobreza, y san Nicolás, que entregó oro a un padre para que casase y no prostituyese a sus hijas. Dante, complacido por las palabras que oye, se ofrece a ayudar al penitente a cambio de conocer su identidad y su historia. Hugo Capeto, humilde ancestro de la casa real francesa, enumera las pasadas conquistadas y tropelías de su dinastía (que empezó a corromperse cuando obtuvo con engaño la Provenza, entre otras perfidias como las de Carlos de Anjou) y profetiza los males que se avecinan: un nuevo Carlos que devasta Florencia (Carlos de Valois); otro que casa a su hija con una dote desorbitada (Carlos II de Anjou), y continúa con otras premoniciones desoladoras a cuenta de Felipe IV el Hermoso: entra en Anagni y, como un nuevo Pilatos, captura al papa Bonifacio VIII (ocurrió en 1303) y, no contento con eso, manda apresar a los templarios (en 1307). Terminada su invectiva con una invocación a la venganza divina, Hugo Capeto añade diversas informaciones relativas a la situación de la quinta cornisa y, por extensión, del purgatorio: los penitentes cantan durante el día las alabanzas de la virtud contraria al vicio que están purgando, y, cuando cae la noche, recuerdan ejemplos del pecado castigado (Pigmalión, Midas, Acán, Safira y su marido Ananías, Heliodoro, Polinéstor y Craso), modulando el volumen de su voz en función de la intensidad de su impulso. Mientras Dante y Virgilio se alejan, un violento terremoto sacude la montaña, y, a continuación, desde todos los rincones del purgatorio las almas gritan al unísono «Gloria in excelsis Deo» (Lucas 2, 14). Dante siente entonces una curiosidad desconocida que no se atreve a confesar a su maestro.
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