El cant XXVII

Dante's Vision of Rachel and Leah, Dante Gabriel Rossetti, 1855


ISABEL GONZÁLEZ
JÚLIA BENAVENT
Guía a la lectura de la Divina Comedia
Institució Alfons el Magnànim, 2007


[...] Este canto es fundamental en la estructura del Purgatorio porque señala el paso del reino de la penitencia al Paraíso Terrestre, lugar destinado a los beatos, ya totalmente diferente y en el que, además, tendrá lugar el encuentro con Beatriz. Así pues, es natural que en un canto de esta índole haya muchos elementos alegóricos, que pueden girar, grosso modo, en torno a tres momentos narrativos: el pasaje del fuego, el sueño de Dante y la despedida de Virgilio.

El primer momento narrativo ocupa la primera parte del canto (vv. 1-57); se trata de la pared de fuego de la séptima cornisa que los poetas han de pasar para poder alcanzar la escalera que lleva a la cima de la colina. Las llamas representan el instrumento universal de purificación para todos aquellos que deseen subri a la beatitud. Las dudas de Dante simbolizan las debilidades humanas, frente al ánimo de Virgilio que significa la convicción racional que nos induce al bien. El horror de Dante al saber por el ángel que tiene que pasar el muro de fuego, se opone a la serenidad y fortaleza de Virgilio y frente a la resistencia obstinada de Dante, Virgilio usa la astucia de mencionarle la proximidad de Beatriz.

Es la tercera noche que pasan en el Purgatorio, coincidente con el tercer sueño de Dante (antes fue el del águila-Santa Lucia, del canto IX y el de la femmina balba del canto XIX). Éste es un sueño sereno; se trata de un campo verde y florido y de una bella joven, Lía, que hace una guirnalda de flores recordando a su hermana Raquel. Es un sueño de fácil interpretación alegórica: Lía simboliza la vida activa a la que se apoya Raquel, que siempre ha simbolizado la vida contemplativa. Pero la figura de Lía es también la prefiguración de otra femenina que aparecerá directamente ante los ojos de Dante en el canto sucesivo, Matilde.

Emocionante y emotivo es el congedo de Virgilio. Los últimos versos del canto (vv. 124-142) recogen el adiós de Virgilio, la despedida del maestro amado. Sus últimas palabras al querido discípulo están llenas de indicaciones: desde este momento él, símbolo de la razón humana, ya no puede acompañar ni guiar a Dante, pues han llegado ya al reino de la beatitud donde la Teología y la Fe son las únicas que pueden clarificar la realidad. Dante, purificado de sus pecados, ya no pasará por más peligros...

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