Forese Donati

Forese, Alberto Martini, 1922


ERICH AUERBACH
Dante, el poeta del mundo terrenal. Traducció de Jorge Seca.
Acantilado, 2008.


Menos grandiosos en el ademán, pero dulces y completamente empapados por el recuerdo de los instantes compartidos en otro tiempo, son los encuentros entre amigos.

Entre los glotones enflaquecidos del Purgatorio (XXIII), Dante encuentra al compañero de juventud Forese Donati, con quien había mantenido en aquel entonces una tenzón de sonetos de una insolencia magistral: «cuando de lo profundo de su testa uno empezó a mirarme sorprendido y a voces exclamó: "...Nunca su rostro habría reconocido, pero su voz me permitió que viese lo que su aspecto habíame escondido. Esta chispa logró que se encendiese de la cambiada boca en mí la idea, y otra vez vi la cara de Forese"». «E ravvisai la faccia di Forese!...» Releamos el texto y apercibámonos cómo este último verso es la cúspide de una emoción íntima, lentamente preparada, y cómo el diálogo siguiente tiene como punto de partida el semblante enjuto, la contraposición con una juventud en otro tiempo radiante y descarada, y sentiremos entonces toda la fuerza del simple encuentro en un lugar así...


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